24/1/09

Lo recuerdo perfectamente

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Lo recuerdo perfectamente. Fue en Riópar, precioso pueblo de la provincia de Albacete, al sur de la misma, situado concretamente entre las Sierras de Alcaraz y del Segura; desde él se puede acceder a bellos parajes, en los que predomina el intenso color verde del pino nacido en tierras albacetenses, y el milagro de la vida en el nacimiento del Río Mundo.

Lo recuerdo perfectamente. Fue en Riópar, acompañado de mi madre; era en un restaurante, tomábamos el café de la tarde, y de fondo, las noticias en una televisión de pantalla plana.

Lo recuerdo perfectamente. Fue en Riópar, donde fuimos testigos, a través de los medios de comunicación, del inicio del cambio del paradigma; al principio pensé que se trataba de una película o algo por el estilo; mi rostro cambió de expresión cuando escuché la voz de Matías Prats. ¿Un incendio en una de las Torres Gemelas!

Lo recuerdo perfectamente. Fue en Riópar, donde escuché la voz del magnífico comunicador decir que un segundo avión impactaba en la otra torre, a la vez que mis ojos lo confirmaban. ¡Qué espanto! ¡Dios mío, las Torres Gemelas han colapsado! Faltaban palabras para describir semejante desastre y horror.

Lo recuerdo perfectamente. Fue en Riópar, el 11 de septiembre de 2001.

George W. Bush ha sido criticado a lo largo de su mandato por muchos medios de comunicación y partidos políticos; esos mismos medios y partidos políticos lo han celebrado con albricias y alharacas. —¡Se acabó Guantánamo! — gritaban unos—, —¡Se terminó con la prepotencia norteamericana! —gritaban otros—, —¡Estamos muy contentos! —exclamaban “los otros”. Yo recuerdo perfectamente que el 11 de septiembre de 2001 dos aviones comerciales secuestrados y pilotados por manos terroristas impactaron en las Torres Gemelas; muchas personas con nombres y apellidos murieron; muchas cambiaron su vida drásticamente. El 11 de septiembre de 2001 representó también un cambio drástico de nuestro paradigma de vida.

Lo recuerdo perfectamente. Como así lo hago, entiendo, comprendo y apruebo la reacción norteamericana contra el terrorismo. Reacción lógica. Si me atacan, me defiendo. Pero claro, el paradigma cambió en todos los sentidos. No iba a ser diferente aquél que modela el arte de la guerra. Se acabó (sí, también se acabó) las guerras entre ejércitos convencionales, con uniformes que los distinguían unos de otros; ejércitos constituidos por soldados que amaban a sus patrias respectivas; ejércitos que ganaban, otros que perdían; luchas entre ejércitos en las que nunca se cuestionó la “proporcionalidad” entre los contendientes, es más, es necesaria la desigualdad si uno de los adversarios ha de hacerse con la victoria. Ahora el enemigo se vale de aviones comerciales, de suicidas con ropa interior de explosivo que suben a autobuses y entran en centros públicos para llevarse consigo a cuantas más personas mejor, sin importar quiénes están en el momento fatal, de sus propias familias para hacer de ellas escudos humanos que luego llorarán delante de las cámaras y de los medios de comunicación. Es por ello que también entiendo, comprendo y apruebo la reacción del Estado de Israel ante los continuos ataques desde la Franja de Gaza. Es por ello que también I’m a Proud Friend of Israel.

Lo recuerdo perfectamente. Y estoy seguro de que el recién estrenado 44 Presidente de Estados Unidos también. Aun así, habrá que esperar al desarrollo de su gestión. En sus inicios ha firmado el cierre del centro penitenciario de Guantánamo y ha revocado la prohibición conocida como “la política de la Ciudad de México”. Habrá que ver las consecuencias de ambas decisiones. Hay que esperar, dar un margen lógico; ser críticos dentro de un equilibrio; ni demostrar rechazo, ni dar saltos de alegría acompañados de brindis y alabanzas.

Lo recuerdo perfectamente. Unos meses después del terrible atentado, en una entrevista de trabajo, uno de los entrevistadores me preguntó mi parecer sobre aquel fatídico día. Le respondí que aquello suponía el cambio de paradigma. Él se sonrió. Me da la sensación de que hoy no hubiera arqueado su boca hacia arriba.