12/9/10

11 de septiembre de 2001

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Hoy es doce, mes, septiembre, año, 2010. Como corresponde a cualquier mes del calendario, al día once le sigue el doce; como corresponde en la serie de los números naturales y en la de los enteros, al once también le sigue el doce. Pero este once es distinto a cualquier otro once, al igual que su correspondiente doce también lo es de los otros doce. El 11 de septiembre de 2001 cayeron las Torres Gemelas. ¿Recuerdas dónde estabas tú ese 11 de septiembre de 2001? Yo estaba en Riópar, precioso enclave de la provincia de Albacete, con mi madre, en un restaurante, esperando a ser servidos; al fondo, una gran pantalla de televisión; fijo mi atención y descubro, atónito, que están retrasmitiendo por una cadena de gran audiencia, y en directo, un pavoroso incendio en una de las Torres Gemelas. “Parece ser que según nuestro corresponsal en Nueva York una avioneta ha impactado contra una de las torres más famosas del mundo…”, dijo, más o menos con parecidas palabras, un no menos atónito y nervioso, y excelente comentarista, periodista y director. “¡Mamá, mira, es un incendio en una de las Torres Gemelas!”, dije mostrando mi asombro a mi madre, quien se encontraba algo más alejada del televisor. Unos minutos más y en directo, esta vez acompañado por ella, ambos frente a la pantalla sin despegar nuestros ojos de la misma, vemos cómo un avión comercial de gran envergadura se dirige con decisión hacia la segunda torre, impactando en ella, y provocando una terrible y espantosa explosión.

Demasiadas vidas que encontraron en un mismo día un fatal destino. Vidas que han de permanecer en nuestro corazón y en nuestra memoria. Vidas que dieron su vida por intentar salvar a otras vidas. Vidas que fueron vidas. Vidas que siguen siendo vidas.

El 12 de septiembre de 2001 la congoja, la desesperación, la impotencia fueron protagonistas; pero también, la fe, la esperanza y el amor; por continuar en la búsqueda de supervivientes; por ofrecer al llanto un atisbo de sonrisa; por sanar una herida que partió en dos, no sólo a una nación entera, una gran nación, sino al mundo libre y civilizado.

Este doce, mes, septiembre, año, 2010, que también sea ese 12 de septiembre de 2001. Recordemos a los que dieron su vida por la libertad y la civilización. Estemos alertas y despiertos frente a los que siguen en su empeño por destruir nuestra libertad y nuestra civilización. ¿Una nueva Córdoba a dos manzanas de la Zona Cero? Nunca Más.

3/9/10

El laberinto

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Recuerdo que, precisamente, eran los laberintos mis pasatiempos favoritos cuando de pequeño buscaba afanosamente la sección en la que el tiempo no contaba. Estaban los laberintos serios, para adultos, aquellos que tras su conclusión no tenías más remedio que ir a refrescarte los ojos con abundantes chorros de agua; y los no tan serios, para críos, niños y adolescentes, en los que era preceptivo ayudar a encontrar el objeto extraviado (situado en el centro del laberinto) a un desconsolado y todavía más perdido dibujito. Los laberintos siempre consiguen captar nuestra atención. Grafos humildes, empleados del entretenimiento. Mas , ¿es su desempeño actual su esencia? Sólo contemplar ancestros como aquél que es sombra de la rosa nos ilumina al respecto. Y si añadimos nuestro paso medido y meditado por sus caminos concéntricos quizás lleguemos a su verdadero porqué.

Probablemente nos cueste una vida el descubrirlo. Con total certeza hemos venido a esta realidad ficticia a desenmarañar nuestro propio laberinto, el que cada uno de nosotros somos, el que cada uno de nosotros llevamos. Ese laberinto, el laberinto que con sus muros levantados día a día con nuestros propios pensamientos nos impide llegar a ser uno con nuestro Ser. Un laberinto que, conforme se expande, contribuye a la expansión de nuestro Yo. Un laberinto que, conforme se expande, contribuye a la negación de nuestro yo. Vaya contradicción hermética, ¿verdad?

He aquí el laberinto: “No puedo… Si no fuese por… ¡No sirves para nada!… ¡Mira, él sí que sabe!… Claro, es que ha nacido en una buena familia… Yo quiero, pero es imposible… Eso no es para mí… Si tuviese más dinero, pero es tan difícil… ¡Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy!… Más vale pájaro en mano que ciento volando… Eso es para ricos… No soy feliz… Me siento perdido… Me siento frustrado… Me siento, como en un laberinto…” ¿Quién me ayuda a seguir fabricando más muros? Vamos, es sencillo, los ladrillos son palabras, y la argamasa, pensamientos.

Es mucho más sencillo construir laberintos como el del ejemplo que salir de ellos… Pues bien, queridos amigos, tan sencillo como diseñar y crear caminos diáfanos que nos lleven a nuestro objetivo. Sólo hay que creer. Sólo hay que pensar. Sólo hay que sintonizar. Éste es tu trabajo. Podrán ofrecerte las herramientas, pero tendrás que aprender a usarlas. Podré ofrecerte mi guía, pero tú serás el móvil. Respira hondo. Vacía tu mente. Y ahora, crea tu propia realidad.