CNN+ dejó de emitir. 24 horas diarias de información actual, dinámica, fresca, audaz, moderna, culta, transmitida por el buen hacer de todas las personas que para la cadena dedicaron su trabajo, su profesionalidad, su desempeño, su empeño, sus ilusiones, sus esperanzas. Su espacio legítimo es ahora ocupado por una emisión sin fin anunciando uno de los muchos esperpentos atonta masas que intentan invadir nuestros hogares día tras día.
No comulgaba precisamente con el ideario general de su equipo. Pero sí con su forma de tratar la información, de acercarla, y de responder a una necesidad inteligente y sensata del uso de la televisión. ¿Cómo es posible que sigan otras cadenas televisivas, verdaderas servidoras del disparate y del desatino, y que sea precisamente CNN+ a la que le toque el apagón? Nos queda, afortunadamente, Intereconomía, La Dos, y vaya, Clan, que uno es muy aficionado a los dibujos animados; por exclusión podemos adivinar aquellas (nota; “aquellas”, en este caso, no va acentuada, no por seguir las nuevas normas ortográficas, sino porque puede ser substituida por el artículo, por preceder a una oración de relativo que es el referido) que entran en la categoría desatinada del disparate. Y tampoco son todas las demás las que incluyo en la misma. Pienso en una en concreto; quizás, en dos.
Me preocupa que algo así haya sucedido. Es muy grave el que una corporación de la magnitud de CNN+ cierre sus puertas; parte del gran poder constituido por los entes de la información se desmorona. Motivo: las pérdidas. Ahora bien, ¿es que todas las demás cadenas tienen beneficios? ¿O habrá otras poderosas razones que transciendan las económicas? O tempora, o mores!