Esta vez fue un 7 de marzo de 2011 quien tuvo el honor de recibir a los miles de Indianos que año tras año regresan y se van para conmemorar con alegría y mucho talco el reencuentro de aquellos isleños que volvían de tierras lejanas al otro lado del Atlántico.
Los Indianos, ellos con elegantes trajes de lino o guayaberas y pantalones de color blanco, cubiertos con sombreros panameños, ellas vestidas de época, ricamente enjoyadas, resguardadas del inclemente sol con sombrillas de encaje y pamelas, o de nubes de lluvia amenazantes, que viene siendo esto último lo habitual, engalanan la ciudad portuaria, tercera en importancia tiempos atrás, tras Sevilla y Amberes, con toneladas y toneladas de polvos de talco esparcidos todos ellos a Norte, Sur, Este y Oeste, bien con humildes botes de talco, bien con los más insospechados y creativos ingenios, maquinarias perversas capaces de dejar empolvado y bien blanco al mayor de los edificios.
Pero entre bocanada de talco que viene, bocanada de talco que va, empujón que viene, empujón que va, al son de la batucada, este año más breve que nunca, lástima, no pude por menos que reflexionar sobre dos pensamientos que asaltaron mi mente. El primero, cómo consigue el talco atravesar el gentío y conseguir descansar en los empedrados centenarios de Santa Cruz de La Palma; quizás el cómo, o incluso el porqué, tenga solución en el modo en el que los neutrinos viajan sin descanso a través de la materia. Y si no es el caso, es decir, que ni el cómo ni el porqué coincidan, al menos el símil es válido para una clase de Física Teórica. El segundo, y de más peso; la capacidad del hombre de olvidar por un tiempo dado todos los problemas que enturbian su vida, y dar rienda suelta a sus ganas de vivir, y de ser felices, aunque sea por un escaso y breve escenario temporal.
Es cierto, hay aditivos que ayudan a conseguirlo; el alcohol, sin ir más lejos o sin ser más prolijos. En cierto modo entristece que el ser humano acuda a resortes artificiales para desencadenar su afán de libertad, degenerando su noble deseo en libertinaje. Y al emborracharse de artificios ocurre que no sólo mantiene las cadenas de su día a día, sino que consigue fortalecerlas añadiendo eslabones cada vez más pesados y difíciles de soportar.
Divertirse y gozar, verbo muy utilizado en estas latitudes, sin perder la noción del presente, la presencia del pasado y la permanencia del futuro. De esta forma somos libres, porque mantenemos nuestra capacidad de decidir y actuar; de esta forma somos libres, porque permanecemos vivos y despiertos. Vivos y despiertos. Se puede estar vivo y dormido. ¿Notáis la diferencia?
Vuelvan de esta forma Los Indianos en 2012; llenos de alegría, buen humor, inteligencia y mucho talco. Bien acompañados por las cadencias sensuales y amables del son cubano y demás ritmos caribeños; dirigidos todos de principio a fin de la real calle por la fiel batucada. Lino y guayabera, encaje y pamela. Elegancia, clase, compostura, discreción y alboroto cortés. Vuelvan de esta forma Los Indianos en 2012.